¡Cómo ha cambiado el panorama editorial en los últimos años! Nombraba en otra parte de este blog las editoriales en las que confiaba mi padre. Hablaba de Alianza Editorial, de Espasa (Austral), de Destino, de Aguilar, como platos fuertes de su colección. También libros en inglés y en francés. Pequeños destellos más. Y algo chocante, apenas ningún Planeta, colección que a mi padre le parecía poco interesante y que sólo leía vía regalo de cumpleaños o de Navidad.
En los anaqueles más recientes, empieza a vislumbrarse algunos volúmenes de las nuevas editoriales como Anagrama o Tusquets, pero de manera muy incipiente, con prudencia, como con cierta desconfianza.
Pienso que mi padre se quedó en medio del corte generacional de editores. Los viejos fueron desapareciendo –murieron, quebraron o fueron absorbidos– y nacieron nuevos sellos con otros enfoques, otras inquietudes, distintas maneras.
Lo más seguro es que, un hombre con tantas inquietudes, dejase de comprar libros a finales de los ochenta y principios de los noventa, cuando sufrió un infarto cerebral. Es ahí donde se atascó, quizá, su interés literario y, tal vez, su interés vital, y se conformó con releer aquello que ya sabía que le producía placer.
En los anaqueles más recientes, empieza a vislumbrarse algunos volúmenes de las nuevas editoriales como Anagrama o Tusquets, pero de manera muy incipiente, con prudencia, como con cierta desconfianza.
Pienso que mi padre se quedó en medio del corte generacional de editores. Los viejos fueron desapareciendo –murieron, quebraron o fueron absorbidos– y nacieron nuevos sellos con otros enfoques, otras inquietudes, distintas maneras.
Lo más seguro es que, un hombre con tantas inquietudes, dejase de comprar libros a finales de los ochenta y principios de los noventa, cuando sufrió un infarto cerebral. Es ahí donde se atascó, quizá, su interés literario y, tal vez, su interés vital, y se conformó con releer aquello que ya sabía que le producía placer.
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