viernes, 9 de diciembre de 2011

Luz de noviembre, de Eduardo Laporte

Luz de noviembre es la historia de nuestra vida [y de nuestra muerte]. Ni más. Ni menos. Es la crónica de cualquier hijo que debe enterrar a sus padres y que antes debe ser testigo de la enfermedad y de la degeneración. Es la narración del miedo, de la huida, del desamparo y, al final, de la maldita madurez que nos obliga a asumir lo que más tememos. Es la historia de una época pretérita llena de lagunas ya irrecuperables porque nunca nos ocupamos de ella con el suficiente interés [total eran nuestros padres y siempre estaban ahí!]. 
Y Eduardo Laporte nos la muestra con especial habilidad, desde un punto cercano [pero no sensiblero] en donde se intercalan recuerdos con reflexiones de una manera ágil y ordenada que nos obligan a echar una mirada introspectiva crítica sobre nuestras propias relaciones filiales
Y lo hace desde la firme convicción de escritor en ciernes que siempre supo que acabaría escribiendo sobre aquello. Aquello son sus padres, la firma textil Philippe Laporte en la que trabajaban ambos progenitores, el cáncer, los hospitales, Pamplona, las tías, la novia... 
Laporte comienza a escribir este libro cinco año después de su fallecimiento, con la duda creativa del principiante, pero con la convicción de que su elección es la correcta y que llegará al final del camino con éxito, como así ha sido.
Desde luego, Luz de noviembre es una novela necesario en este nuevo género que son las narraciones autobiográficas [en donde el diálogo/distancia padre-hijo juega un papel esencial], al igual que lo fue recientemente Tiempo de vida, de Marcos Giralt Torrente.


Luz de noviembre por la tarde
Eduardo Laporte
Editorial Demipage
Págs. 174

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