lunes, 3 de enero de 2011

Lo digital se mueve...en dirección contraria?

Lo digital se mueve como lo demuestra esta entrada de Angel Jiménez en Gadgetblog. Lo que no parece claro es que se mueve con la rapidez necesaria y en la dirección adecuada. Todo me parece demasiado complicado y poco realista. Vamos, como la literatura basura. Tiempo al tiempo.

Libros liberados

El refranero popular dice que quien presta un libro es tonto, pero más tonto aún es el que lo devuelve. Aquí las únicas listas, en cambio, parecen ser las editoriales. Desde la llegada de la primera ola de lectores de libros electrónicos –hablo de finales de los 90, cuando se ensayó con dispositivos de lectura con pantalla LCD monocroma, un horror- hay un intenso debate sobre quién es el dueño real de una obra en formato digital y qué puede o no puede hacer con ella. Después de todo, algo tan natural como prestar un libro a un amigo o sacarlo de una biblioteca puede convertirse en una auténtica odisea debido a los famosos DRM, los sistemas de protección de derechos de autor, y eso si es del todo posible porque en la gran mayoría de los casos no hay opción.
Kindle, por ejemplo, se ha convertido en el “estándar” de los lectores de libros electrónicos y las plataforma de venta de obras digitales. Desde su lanzamiento en 2007 Amazon ha conseguido vender más de seis millones de unidades y sus compradores han conseguido ya que la mayoría de los libros que vende el imperio de Jeff Bezos no estén impresos en papel. Hasta ahora los libros comprados desde el Kindle estaban “presos”, asociados a la cuenta de usuario y contraseña del dueño. Podían leerse en varios dispositivos –desde un iPad hasta el propio PC- pero siempre que fueran de la misma persona (teóricamente podría dejarle su nombre de usuario y contraseña a un amigo, pero yo no lo recomendaría).
Parece que ahora Amazon está dispuesta a abrir un poco la mano y desde el 30 de diciembre permite el préstamo entre usuarios. Es decir que podría usted dejarle su último descubrimiento literario a su madre… siempre y cuando siga una serie de condiciones. ¿Cuáles? Son unas cuantas. La primera es que el proceso de préstamo tiene que hacerse desde la web de Amazon, la segunda que no todos los libros se pueden prestar (por ahora está restringido, además, a los EE.UU.), la tercera que su amigo o familiar tiene que aceptar el préstamo en siete días y leerse el libro en menos de 14. Por último, muchos libros sólo pueden prestarse una vez.
Lo dicho, tonto quien presta, incluso en digital.
Es poco probable que la situación vaya a mejorar en un futuro. Cuando se presta un libro de verdad el dueño pierde la posibilidad de leerlo mientras la otra persona lo disfruta. El problema de los archivos digitales es que este concepto de préstamo es inútil. Resulta más fácil hacer directamente una copia en el otro dispositivo. Amazon, por ejemplo, bloquea el acceso del dueño original al libro durante el tiempo que lo tiene su amigo, a pesar de que esté descargado y en la memoria de su Kindle.
En España, como sabe, las editoriales se han agrupado en una plataforma mayorista bautizada como Libranda y es ella la que marca las reglas. En teoría los libros de Libranda pueden prestarse hasta un máximo de seis veces pero los mecanismos para hacerlo no están claros y aún no conozco a nadie que haya enredado lo suficiente con el sistema o que haya conseguido prestar un libro con éxito (y cuento con los dedos de una mano a quienes han comprado algo en esta plataforma, por ahora incompatible con los dispositivos de lectura más extendidos). Sobra decir que es un proceso más complicado que prestar un libro de papel o que buscar un texto por canales "alternativos".
http://www.elmundo.es/blogs/elmundo/el-gadgetoblog/2011/01/03/libros-liberados.html

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