lunes, 18 de julio de 2016

La capital del mundo, novela negra

El escritor bilbaíno Gonzalo Garrido lleva publicadas con su último libro “La capital del mundo” tres novelas. Todas muy diferentes entre sí. Desde la intriga de la primera, el intimismo y la reflexión de la segunda hasta llegar al más auténtico género negro, el autor ha cubierto un largo periplo demostrando que se ha convertido en uno de los escritores vascos de mayor proyección y calidad.
La capital del mundo es una sólida novela negra con un protagonista un tanto peculiar que, anteriormente, había trabajado como taxista. La denuncia social está presente en cada una de las páginas de la novela pero, también, el humor, la crítica hacia las instituciones políticas y una investigación que nos deja sin aliento hasta llegar a un final sorprendente. Gonzalo Garrido nos cuenta todas sus motivaciones literarias en esta entrevista.
La capital del mundo” es una novela negra. Después de pasar por la novela de intriga y por la novela literaria, ¿se ha encontrado a gusto en este género? ¿Definiría como negra su novela?
Sí, la verdad. Es un género muy agradecido. De hecho mi interés por la novela negra viene por su capacidad de someter al poder y a la sociedad a un tercer grado…
¿En qué género se encuentra más cómodo escribiendo?
En todos me siento cómodo aunque he sufrido más en la novela intimista por todo lo que conlleva de carga emocional. Ahora me apetece volver a cambiar y tocar el género de humor, nada fácil por cierto.
La novela destila mucho humor negro. ¿Es la única forma de enfrentarse con el mundo actual?
Creo que sí. Ante la impotencia de ver tantas injusticias y tanta estupidez, conviene armarse de ironía y de humor para sobrevivir con dignidad. Además, permite no tomarse la vida demasiado en serio.
También da mucha caña a su ciudad, incluso la denomina ciudad de cotillas. ¿Ha recibido alguna amenaza por ello?
Todavía no, pero todo se andará. Por de pronto le he dicho a mi editor que me busque piso en Barcelona. Es broma. Las sociedades democráticas permiten que sus intelectuales las critiquen. Espero que sea el caso de Bilbao.
De un bilbaíno no podíamos esperar menos que denominar a su ciudad la capital del mundo. ¿Tiene Bilbao los ingredientes necesarios para serlo?
Bilbao ha cambiado mucho en los últimos años y, dentro de su tamaño, sí puede ser una ciudad representativa a nivel mundial, pero de ahí a ser la capital del mundo…
Su protagonista Ricardo Malpartida es un perdedor nato, un superviviente que pasa de ser taxista a ser detective privado. ¿Es el protagonista ideal para una novela de género?
No sé qué decirte. Me enamoré de Malpartida como protagonista y después se comportó como un canalla conmigo. Uno no se puede fiar de los taxistas.
Malpartida, un apellido que nos recuerda mucho a Alatriste, es un protagonista que nos parece puede tener un largo recorrido. ¿Ha pensado volver a trabajar con él? ¿Cómo se le ocurrió ponerle ese apellido que no es muy vasco, por cierto?
Sí, me gustaría que me acompañase a lo largo de mi vida. Creo que es un buen compañero de fatigas. En mi primera novela el detective se llamaba Maldonado. He querido seguir con esa pauta de personas cuyo apellido puede marcarlos de por vida.
Corrupción urbanística, políticos, instituciones bancarias, prostitución y pornografía, terrorismo, etc. ¿No son muchos temas para una sola novela?
He hecho una panorámica de la ciudad y en esa radiografía han salido las principales contradicciones, que son muchas y muy variadas.
¿Le ha quedado una novela muy coral? ¿Ha querido reflejar con tanto protagonista la sociedad bilbaína?
Sí, he querido que la ciudad quedase bien reflejada, algo que ya hice con Las flores de Baudelaire, sólo que con cien años de distancia. De hecho, algunos lectores me han comparado las dos ciudades.
Narrada en tercera persona, tiene en los capítulos pares unas reflexiones en primera persona de varios narradores anónimos. ¿Por qué ha introducido esas cavilaciones de una protagonista presuntamente secundaria?
Quería salirme de la novela negra clásica y deseaba dotarla de cierta profundidad. Esa segunda voz conlleva una mayor reflexión, otros matices muy necesarios para entender la historia narrada y nuestro tiempo.
¿Cree que nuestra sociedad es demasiado conformista y resignada?
Sin duda. No hace falta más que leer los periódicos, seguir las redes sociales, etc. Nunca hemos tenido tanta información y nunca se ha utilizado tan pobremente, con tan poco criterio.
¿Es peligroso tener ideas propias?
Siempre ha sido peligroso. En las sociedades estrechas de mente, mucho más. Pero eso no debe condicionar al escritor que en el fondo es un rompedor de barreras, un luchador contra la intolerancia.
En la novela, vemos cómo los políticos abusan de su poder con las personas débiles.Sin embargo, los ciudadanos continúan votando una y otra vez a los mismos candidatos. ¿Algún día se romperá ese círculo vicioso?
Supongo que sí pero para eso hay que tener antes ciudadanos libres, educados, comprometidos… De momento no interesa a nadie.

Otro de los temas que trata es la pornografía en las redes. ¿Se está haciendo un mal uso de estas nuevas tecnologías?
Las tecnologías sirve para lo mejor y lo peor. Depende de las personas, no de los instrumentos. En el caso de la pornografía, está claro que es un campo abonado en el que muchos están enganchados.
Uno de los protagonistas secundarios es su editor, Jorge Dolz. Por supuesto, no tiene nada que ver con la realidad ¿no?
Es un guiño simpático… aunque nunca se sabe. Los editores son terribles.
¿Ha quedado satisfecho con el resultado de la novela?
Sí, me he divertido mucho escribiéndola y creo que eso se transmite al lector. Tanto es así que ha salido la segunda edición en menos de un mes. 

* Entrevista en TODO LITERATURA

2 comentarios:

  1. Saludos desde Costa Rica, y yo que soy un empedernido de la novela negra, ¿será que es posible conseguir "La capital del mundo en este otro lado del Charco?

    Saludos!

    ResponderEliminar
  2. Gracias por tu interés, Germán. Complicado. La única vía que se me ocurre es por Amazon. Ya me dirás.

    ResponderEliminar