lunes, 27 de enero de 2014

La cultura y más*


Gonzalo Garrido nació en 1963, quiere decir esto que forma parte de la generación de 1959, aquella que forman las personas nacidas entre 1952 y 1966. Cuando esta generación llegó a los treinta años, entre 1982 y 1996, una serie de acontecimientos históricos nacionales e internacionales han marcado su propuesta personal e intergeneracional a nivel social: los sucesivos gobiernos del PSOE a nivel nacional, dando lugar a la partitocracia turnista. 

Se produjo la entrada de España en la Unión Europea, entidad supranacional que también tiene sus responsabilidades en las ineptitudes y corrupciones de nuestro tiempo: recordemos que todos los fondos europeos tienen que ser supervisados por la burocracia y los organismos de la UE. Y acaeció la caída del muro de Berlín.
Gonzalo Garrido ha cosechado un gran reconocimiento literario a raíz de la publicación de su novela Las flores de Baudelaire (Alrevés Editorial), obra que también está obteniendo unas importantes ventas. Hay que celebrar que autores como él que aman la vocación de escritor estén rompiendo las dificultades que en los últimos años rodean a las circunstancias de los escritores que empiezan.
Durante nuestra charla, Gonzalo Garrido me comenta que aprendió a amar la escritura a través de la lectura de la excelente biblioteca de su padre.
¿Qué rol puede desempeñar el escritor en la sociedad?
La sociedad ha cambiado mucho en los últimos años y el papel de los escritores también. Hoy en día el escritor es uno más en el conjunto de voces que pretenden influir en la realidad y su peso ha disminuido con respecto a épocas pasadas no tan lejanas. Sin embargo, sigue jugando un papel nada despreciable como interpretador de las grandes aspiraciones humanas y de la situación del mundo actual. Sin su forma de ver el mundo nuestras vidas serían más pobres.
Qué temas consideras prioritarios que un literato a través del ensayo, la novela, la poesía o los géneros periodísticos tiene que abordar en nuestro tiempo.
Creo que cada escritor debe escoger sus propios temas de interés dependiendo de sus inquietudes y de su contexto personal. En mi caso, me interesa mucho la crítica social porque creo que, ante la pérdida de objetividad y neutralidad de los medios de comunicación, son los escritores los que debemos cubrir esa zona con nuestras distintas voces.
¿Qué actos estimas hay que llevar a cabo para que el escritor y el público –la sociedad civil– tengan una relación más cotidiana?
Nada fácil de conseguir. Las distracciones son muchas y la competencia con otros soportes mucho menos exigentes, también. El interés por la novela ha variado. Desde luego, el escritor tiene que ser consciente de que debe atraer al lector y ofrecerle un producto de gran calidad. Para ello es necesaria una buena dosis de profesionalidad y de honestidad con uno mismo y con los demás. A partir de ahí, habrá que jugar con las redes sociales, los clubs de lectura, la participación en conferencias, etc.
Vivimos en un mundo con demasiados compartimentos estancos. ¿Cómo pueden contribuir quien escribe y quien lee, quien actúa en un teatro o quien va a verle a actuar para trazar puentes de colaboración?
Con una actitud abierta, curiosa, deseosa de compartir conocimiento. Antes los creadores estaban encerrados en sus torres de marfil y apenas se relacionaban con sus lectores. Eran otros los que hacían esa labor, ya fueran editores, críticos, libreros… Ahora todo eso no es suficiente. Es el propio autor el que tiene que abrir un diálogo con sus lectores/público para que conozcan, no sólo su obra, sino también sus ideas y su forma de vida.
En cualquier pueblo o ciudad de España, Europa o en otras partes del mundo, contamos con magníficas bibliotecas, centros cívicos, teatros… Hace unos días asistí a un acto de presentación de un libro de Albert Camus con presencia de su traductora y de una nieta de Camus. La sala estaba llena, pero apenas unas cinco personas tendrían entre los 18 y los 25 años. ¿Qué hay que hacer para que la generación más joven se una y tire con fuerza de actos como el citado?
No lo veo fácil. En una sociedad como la española que desprecia la cultura, con unos políticos incultos hasta límites insospechados, con una televisión basura que alienta lo degradante, con una educación que simplemente cumple el expediente, esperar que la juventud llene las salas no parece razonable. La cultura es un trabajo de décadas, muy difícil de construir y muy sencillo de destruir. Hay que hacer toda una labor pedagógica previa donde deben estar implicadas instituciones, empresas y personas…
En EEUU, los intelectuales de prestigio desde hace décadas escriben en revistas especializadas, dejando al margen a la prensa de masas. En España, se tendió hacia la prensa generalista. ¿Qué publicaciones híbridas se pueden hacer para acercar sus reflexiones al gran público?
No creo en acciones lineales, sino en la suma de muchas iniciativas que puedan mejorar la relevancia del autor y su valoración. En ese sentido, pienso que lo importante es tener contenido propio que pueda ser expuesto en distintos formatos a los potenciales lectores. Los medios son facilitadores y deberían estar muy implicados, dedicar más páginas a estos temas, fomentar a los nuevos creadores, pero también otro tipo de organizaciones como las universidades, etc.
¿Qué análisis haces de los medios digitales en la difusión de la labor del escritor en esta época y su comunicación con sus conciudadanos?
Fundamentales. Creo que estamos viviendo una revolución que todavía no alcanzamos a entender y para la que no contamos con perspectiva suficiente, pero estoy seguro que los medios digitales jugarán un papel determinante en los próximos años porque facilitan la creatividad sin conllevar grandes desembolsos económicos. Eso es un gran cambio con respecto a otras épocas.
¿Qué literatos del pasado y actuales consideras que han realizado y realizan una labor valiosa a nivel cívico, y por qué?
Hay muchos escritores con una gran carga de responsabilidad social, pero me gustaría destacar por su influencia en mi forma de ver el mundo y de escribir a alguien que has mencionado antes, a Albert Camus. Para mí fue una revelación por su compromiso democrático, por su independencia y por su capacidad creadora.
Sobre qué te gustaría hablar que no hayamos hablado.
Sobre la propia creación literaria, pero lo dejamos para otro día.

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