"Sucedió en uno de esos momentos en los que la vida deja de ser vida y se convierte en otra cosa. Fue a mediados de mayo de 1917. Lo recuerdo bien porque en aquella época nos habían llamado a los reporteros de La Gaceta del Norte, El Pueblo Vasco y El Noticiero a presenciar el primer vuelo experimental que se realizaba desde el aeródromo de Bilbao."
Tal vez porque Las flores del mal es un título que me apasiona, y este libro hace una clara referencia a él. O tal vez por su portada, ciudad gris, armónica en sus grises, niños mirando y esa quietud rota por unas flores dibujadas en rojo. Sea como fuere, hoy traigo un libro que me pareció atractivo desde que tuve conocimiento de su existencia, es por eso que hoy traigo a mi estantería virtual, Las flores de Baudelaire.
Conocemos a Alfredo Maldonado, fotógrafo profesional, investigador a ratos y tan observador como su profesión requiere. Tras llegar al escenario de un crimen particularmente cruento, decide investigarlo por su cuenta convencido como está de que la policía no hará suficientes esfuerzos.
Con ese sucinto resumen pudiera parecer que estamos ante una novela negra con un detective aficionado. Una historia convencional, en definitiva. Pero si algo tiene el libro de Gonzalo, es que se aleja de la convencionalidad. Ambientado en Bilbao en los primeros años del siglo XX, toma el pulso de una ciudad a través de sus habitantes, convirtiéndola en un hervidero de intereses y secretos a media voz. Se apoya firmemente en la solidez de sus personajes, de todos ellos, desponjándolos de los estereotipos básicos para otorgar una visión más íntima. El protagonista muestra su secreto al poco de conocernos explicándonos su colección, para descubrirnos poco a poco que también colecciona secretos. Como casi cualquiera, detalles, vidas y momentos que otorgan solidez a una trama sin fisuras. Somos testigos de la transformación de una ciudad sin que use para ello un tono nostálgico de viejo recuerdo, más bien sucede lo contrario, afila su pluma para darnos buena cuenta de lo que sucedía en aquel momento y que bien podemos trasladarlo a la actualidad. De este modo, sus flores del mal van surgiendo entre callejones enredando sus raíces por toda la novela que es la ciudad en que se desarrolla.
Leyendo sus letras da la impresión de que cada cosa está justo donde debe, no hay páginas sobrantes ni extensas descripciones. Y aún así salimos con el convencimiento de conocer perfectamente cada rasgo. Hay una crítica social velada pero fuerte acompañada de un toque irónico, un humor inteligente escondido que nos coge por sorpresa de boca de su protagonista. Y todo ello en poco más de 250 páginas en las que descubrí un autor a tener en cuenta y una novela que no es un simple thriller.
* Blog Entre montones de libros
Tal vez porque Las flores del mal es un título que me apasiona, y este libro hace una clara referencia a él. O tal vez por su portada, ciudad gris, armónica en sus grises, niños mirando y esa quietud rota por unas flores dibujadas en rojo. Sea como fuere, hoy traigo un libro que me pareció atractivo desde que tuve conocimiento de su existencia, es por eso que hoy traigo a mi estantería virtual, Las flores de Baudelaire.
Conocemos a Alfredo Maldonado, fotógrafo profesional, investigador a ratos y tan observador como su profesión requiere. Tras llegar al escenario de un crimen particularmente cruento, decide investigarlo por su cuenta convencido como está de que la policía no hará suficientes esfuerzos.
Con ese sucinto resumen pudiera parecer que estamos ante una novela negra con un detective aficionado. Una historia convencional, en definitiva. Pero si algo tiene el libro de Gonzalo, es que se aleja de la convencionalidad. Ambientado en Bilbao en los primeros años del siglo XX, toma el pulso de una ciudad a través de sus habitantes, convirtiéndola en un hervidero de intereses y secretos a media voz. Se apoya firmemente en la solidez de sus personajes, de todos ellos, desponjándolos de los estereotipos básicos para otorgar una visión más íntima. El protagonista muestra su secreto al poco de conocernos explicándonos su colección, para descubrirnos poco a poco que también colecciona secretos. Como casi cualquiera, detalles, vidas y momentos que otorgan solidez a una trama sin fisuras. Somos testigos de la transformación de una ciudad sin que use para ello un tono nostálgico de viejo recuerdo, más bien sucede lo contrario, afila su pluma para darnos buena cuenta de lo que sucedía en aquel momento y que bien podemos trasladarlo a la actualidad. De este modo, sus flores del mal van surgiendo entre callejones enredando sus raíces por toda la novela que es la ciudad en que se desarrolla.
Leyendo sus letras da la impresión de que cada cosa está justo donde debe, no hay páginas sobrantes ni extensas descripciones. Y aún así salimos con el convencimiento de conocer perfectamente cada rasgo. Hay una crítica social velada pero fuerte acompañada de un toque irónico, un humor inteligente escondido que nos coge por sorpresa de boca de su protagonista. Y todo ello en poco más de 250 páginas en las que descubrí un autor a tener en cuenta y una novela que no es un simple thriller.
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