sábado, 18 de junio de 2011

Diario de un escrito (8)

La vida del escritor es terrible. Generalmente está encerrado y a nadie le interesa lo que hace. Y si le interesa a alguien es para criticarlo. 
Ahora me entero que la vida de protagonista de novela también es terrible porque está cercenada por la mente estúpida del narrador. Generalmente los protagonistas son mucho más inteligentes que sus creadores, pero tienen que comportarse como tontos para no desentonar, para no dejar en evidencia al jefe. 
Además el autor suele reproducir sus vivencias sin apenas aditivos. Al menos eso es lo que dicen todos los que le conocen. Así, como él suele ser un hombre infeliz, sus personajes son desgraciados. Como él suele ser un hombre feo, sus personajes son poco atractivos. Como él suele ser mezquino, sus personajes son pobres diablos. Aunque también ocurre lo contrario y pasa a ser feliz, guapo y generoso. 
Esa vinculación intrínseca hace que literatura se convierta en un cúmulo de gestos fatuos llenos de insinceridad.
Es terrible cansarse del autor. También es terrible cansarse del protagonista. 

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