Vivimos en un país de h-unos. Quizá sea una tendencia natural a la simpleza; desde luego, la tenemos muy desarrollada.
En nuestro país las tribunas científicas, sociales, culturales, religiosas, etc. están ocupadas por una sóla persona. No son grupos más o menos heterogéneos con distintas cabezas e, incluso, con distintas sensibilidades. No. Las tribunas han sido acaparadas por unos pocos más despiertos, más condescendientes o más respaldados por los medios de comunicación. Los demás se acurrucan en un segundo lugar para no molestar a los prohombres magnéticos.
Por el momento, son los h-únicos. Se han convertido en modelos para todos los demás. Que nadie intente arrebatarles el cetro porque se revuelven –con diferente intensidad– en defensa de su terreno.
Como decía, un país de h-unos.
En nuestro país las tribunas científicas, sociales, culturales, religiosas, etc. están ocupadas por una sóla persona. No son grupos más o menos heterogéneos con distintas cabezas e, incluso, con distintas sensibilidades. No. Las tribunas han sido acaparadas por unos pocos más despiertos, más condescendientes o más respaldados por los medios de comunicación. Los demás se acurrucan en un segundo lugar para no molestar a los prohombres magnéticos.
Por el momento, son los h-únicos. Se han convertido en modelos para todos los demás. Que nadie intente arrebatarles el cetro porque se revuelven –con diferente intensidad– en defensa de su terreno.
Como decía, un país de h-unos.
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