Gonzalo
Garrido nació en 1963, quiere decir esto que forma parte de la
generación de 1959, aquella que forman las personas nacidas entre 1952 y
1966. Cuando esta generación llegó a los treinta años, entre 1982 y
1996, una serie de acontecimientos históricos nacionales e
internacionales han marcado su propuesta personal e intergeneracional a
nivel social: los sucesivos gobiernos del PSOE a nivel nacional, dando
lugar a la partitocracia turnista.
Se
produjo la entrada de España en la Unión Europea, entidad supranacional
que también tiene sus responsabilidades en las ineptitudes y
corrupciones de nuestro tiempo: recordemos que todos los fondos europeos
tienen que ser supervisados por la burocracia y los organismos de la
UE. Y acaeció la caída del muro de Berlín.
Gonzalo Garrido ha cosechado un gran reconocimiento literario a raíz de la publicación de su novela Las flores de Baudelaire (Alrevés Editorial), obra
que también está obteniendo unas importantes ventas. Hay que celebrar
que autores como él que aman la vocación de escritor estén rompiendo las
dificultades que en los últimos años rodean a las circunstancias de los
escritores que empiezan.
Durante
nuestra charla, Gonzalo Garrido me comenta que aprendió a amar la
escritura a través de la lectura de la excelente biblioteca de su padre.
¿Qué rol puede desempeñar el escritor en la sociedad?
La
sociedad ha cambiado mucho en los últimos años y el papel de los
escritores también. Hoy en día el escritor es uno más en el conjunto de
voces que pretenden influir en la realidad y su peso ha disminuido con
respecto a épocas pasadas no tan lejanas. Sin embargo, sigue jugando un
papel nada despreciable como interpretador de las grandes aspiraciones
humanas y de la situación del mundo actual. Sin su forma de ver el mundo
nuestras vidas serían más pobres.
Qué
temas consideras prioritarios que un literato a través del ensayo, la
novela, la poesía o los géneros periodísticos tiene que abordar en
nuestro tiempo.
Creo
que cada escritor debe escoger sus propios temas de interés dependiendo
de sus inquietudes y de su contexto personal. En mi caso, me interesa
mucho la crítica social porque creo que, ante la pérdida de objetividad y
neutralidad de los medios de comunicación, son los escritores los que
debemos cubrir esa zona con nuestras distintas voces.
¿Qué
actos estimas hay que llevar a cabo para que el escritor y el público
–la sociedad civil– tengan una relación más cotidiana?
Nada
fácil de conseguir. Las distracciones son muchas y la competencia con
otros soportes mucho menos exigentes, también. El interés por la novela
ha variado. Desde luego, el escritor tiene que ser consciente de que
debe atraer al lector y ofrecerle un producto de gran calidad. Para ello
es necesaria una buena dosis de profesionalidad y de honestidad con uno
mismo y con los demás. A partir de ahí, habrá que jugar con las redes
sociales, los clubs de lectura, la participación en conferencias, etc.
Vivimos
en un mundo con demasiados compartimentos estancos. ¿Cómo pueden
contribuir quien escribe y quien lee, quien actúa en un teatro o quien
va a verle a actuar para trazar puentes de colaboración?
Con
una actitud abierta, curiosa, deseosa de compartir conocimiento. Antes
los creadores estaban encerrados en sus torres de marfil y apenas se
relacionaban con sus lectores. Eran otros los que hacían esa labor, ya
fueran editores, críticos, libreros… Ahora todo eso no es suficiente. Es
el propio autor el que tiene que abrir un diálogo con sus
lectores/público para que conozcan, no sólo su obra, sino también sus
ideas y su forma de vida.
En
cualquier pueblo o ciudad de España, Europa o en otras partes del
mundo, contamos con magníficas bibliotecas, centros cívicos, teatros…
Hace unos días asistí a un acto de presentación de un libro de Albert
Camus con presencia de su traductora y de una nieta de Camus. La sala
estaba llena, pero apenas unas cinco personas tendrían entre los 18 y
los 25 años. ¿Qué hay que hacer para que la generación más joven se una y
tire con fuerza de actos como el citado?
No
lo veo fácil. En una sociedad como la española que desprecia la
cultura, con unos políticos incultos hasta límites insospechados, con
una televisión basura que alienta lo degradante, con una educación que
simplemente cumple el expediente, esperar que la juventud llene las
salas no parece razonable. La cultura es un trabajo de décadas, muy
difícil de construir y muy sencillo de destruir. Hay que hacer toda una
labor pedagógica previa donde deben estar implicadas instituciones,
empresas y personas…
En
EEUU, los intelectuales de prestigio desde hace décadas escriben en
revistas especializadas, dejando al margen a la prensa de masas. En
España, se tendió hacia la prensa generalista. ¿Qué publicaciones
híbridas se pueden hacer para acercar sus reflexiones al gran público?
No
creo en acciones lineales, sino en la suma de muchas iniciativas que
puedan mejorar la relevancia del autor y su valoración. En ese sentido,
pienso que lo importante es tener contenido propio que pueda ser
expuesto en distintos formatos a los potenciales lectores. Los medios
son facilitadores y deberían estar muy implicados, dedicar más páginas a
estos temas, fomentar a los nuevos creadores, pero también otro tipo de
organizaciones como las universidades, etc.
¿Qué
análisis haces de los medios digitales en la difusión de la labor del
escritor en esta época y su comunicación con sus conciudadanos?
Fundamentales.
Creo que estamos viviendo una revolución que todavía no alcanzamos a
entender y para la que no contamos con perspectiva suficiente, pero
estoy seguro que los medios digitales jugarán un papel determinante en
los próximos años porque facilitan la creatividad sin conllevar grandes
desembolsos económicos. Eso es un gran cambio con respecto a otras
épocas.
¿Qué literatos del pasado y actuales consideras que han realizado y realizan una labor valiosa a nivel cívico, y por qué?
Hay
muchos escritores con una gran carga de responsabilidad social, pero me
gustaría destacar por su influencia en mi forma de ver el mundo y de
escribir a alguien que has mencionado antes, a Albert Camus. Para mí fue
una revelación por su compromiso democrático, por su independencia y
por su capacidad creadora.
Sobre qué te gustaría hablar que no hayamos hablado.
Sobre la propia creación literaria, pero lo dejamos para otro día.
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