Hay libros de los que no se puede hablar [incluso me atrevería a afirmar, no se debe hablar]. Son libros en donde los autores exponen toda su sensibilidad y la lanzan contra el lector, hiriéndole en su ser más profundo. Este de Lolita Bosch es uno de ellos. Hiere porque habla de su padre y de lo que supuso escribir sobre él una vez fallecido. Y duele porque muestra la fragilidad del escritor ante su obra, ante la creatividad, ante la misma vida.
Todo comienza con una crisis vital y artística en la que se encuentra tras la muerte de su progenitor y la posterior publicación de La familia de mi padre, novela en la que rememora la figura paterna y que le provoca una situación compleja de realidad y ficción, hasta el punto de no saber si realmente el recuerdo que guarda de su padre es el vivido. A partir de ahí se desencadena una reflexión sobre el papel de la literatura en la vida de los autores hasta llegar a un bloqueo creativo y a la imposibilidad de asumir su propia existencia.
Por medio de la fragmentación continua, Bosch crea una atmósfera repleta de símbolos y significados que se van desplazando a lo largo del texto en un juego sensible repleto de cadencias ocultas.
Sin duda una obra a tener en cuenta por todos aquellos voyeurs [somos tantos!] del proceso creativo de los escritores.
Nota: no recomendable para hipocondriacos literarios.
Ahora, escribo
Lolita Bosch
Editorial Periférica
Págs. 196
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