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lunes, 18 de abril de 2011

Libros y hamburguesas*

Schiffrin nació en París en 1935, hijo de un editor legendario, y vive en Nueva York. Fue director de Pantheon, una de las grandes editoriales del mundo. En 1990 creó The New Press, editorial independiente con la que ha resistido haciendo lo que quiere. El mundo editorial, dice cuando se sienta a la mesa, se parece mucho al menú de un almuerzo. "Y uno sabe que sin cultura abundará la comida rápida". 

Él está en contra de la comida rápida. Y tiene una buena relación con la comida. Su mujer, María Elena de la Iglesia, escritora, es española de origen, hija de un general que mandó en la defensa republicana de Madrid. "Y es muy buena cocinera". A él le gusta "la variedad regional española"; esa variedad, cree, "se parece mucho a lo que uno tiene que hacer como editor... Variedad y calidad, buena comida". Hubo un movimiento, slow food (comida lenta), "que triunfó en Italia y en otros países; y luego surgió el movimiento slow publishing, que apelaba a cierta lentitud en el manejo de los libros". 
Se trataba de dar más tiempo para que la gente encontrara los libros en las librerías, "y se trataba también de conseguir que las novedades permanecieran ahí más tiempo. Ahora la presión lleva a vender libros de manera casi instantánea. Comida rápida. Y los libros han de cocinarse con tiempo y con amor. No como una hamburguesa".
Y es que el mundo editorial (y cultural) "se ha decantado por la prisa", con lo que esto puede significar para los estómagos literarios. No ocurre solo en el universo en el que trabaja; afecta a la prensa, a la música, al cine. Y él ha estudiado el fenómeno en dos libros que ahora junta: El dinero y las palabras / La edición sin editores (Península), para cuya aparición ha hecho este viaje Nueva York-París-Madrid. "Muchas personas están preocupadas", dice después de haber hecho caso a su editor, Manuel Fernández-Cuesta, que le aconseja que pida un relleno de rape... "Los retos tecnológicos son muy serios. En Estados Unidos, a pesar de que muchos lectores utilizan e-books u otros aparatos similares, el peligro que acecha es el cierre de muchas librerías... Los best sellers dominan las listas de los libros, el libro electrónico cuesta lo mismo que un libro de bolsillo, que hasta ahora era el ingreso más importante de una editorial. Y dentro de unos años, Amazon será la que tenga el monopolio de la venta de libros".
El menú editorial se parece al de una hamburguesería, pero aquí, en el restaurante, disfruta de un mayor optimismo gastronómico. La sombra persiste: "El cierre de librerías significa que habrá menos lugares en los que los lectores descubran libros. Siempre he dicho que la librería ideal no es la que tiene el libro que andas buscando, sino la que te vende el libro que no sabía que querías".
Y, en general, dice, "la cosa no está bien". ¿Solución? "Lo cuento en mi libro: se pueden hacer leyes que protejan la librería, se hace en Noruega, se hace en Alemania. Un día le pregunté a Michael Naumann, librero que fue ministro de Cultura alemán, qué pasaría si acabara la protección legal de las librerías. Y me dijo que cerraría la mitad. En Alemania sigue habiendo 8.000 librerías".


Artículo publicado en El País 

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