Los libros de las bibliotecas familiares son huellas del pasado. No sólo muchas veces están firmados o marcados con la fecha y el lugar de la compra, también aparecen trabajados con subrayados o anotaciones al margen que indican el interés del lector, sus gustos, sensibilidades o apetencias intelectuales. Además muchos de ellos mantienen en su interior restos de actividades realizadas en momentos puntuales. Billetes de teatro, de tren, de museos; facturas de restaurantes; fotografías; planos; aparecen de manera sorprendente en sus entrañas despertando de nuevo nuestra imaginación y dejando entrever una parte de nuestro pasado o del pasado de nuestros antecesores. Quizá cuando no estemos más aquí nuestros descendientes descubran que sus padres o abuelos tenían gustos dudosos.
Me encantan los libros antiguos y viejos, con empastados duros, hojas amarillentas y rastros de mordidas de polillas. Me fascinan su olor a otro siglo, su consistencia y peso. Esos libros son los que más me gustan leer...Los que dibujan una sonrisa en mi cara y me pierden por horas en recónditos lugares y los que traen al presente antiguos vocablos y modismos y palabras casi perdidas....
ResponderEliminarMuy bien descrito. Y si le sumas subrayados o anotaciones al margen, entonces son realmente joyas. Saludos
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